lunes, 18 de noviembre de 2013

Carta de despedida...que nunca leerás.

No podía seguir callada. Lo siento pero no, ya no. 
Llevo días, semanas y creo que ya llegan los meses mordiéndome la lengua y no puedo más. No es sano seguir fingiendo ser alguien que no soy por algo, por alguien.
Me he cansado de claudicar con cosas que no debería porque yo, lamentablemente quizás, no soy así pero que, tal vez esperando algo que ahora sé que nunca llegará, me hacía pensar que eso era lo correcto, lo sensato, lo que debería hacer o lo que se esperaba de mí.
Se ha agotado mi paciencia. 
No voy a justificar nada que vaya en contra de quién soy, de cómo soy por ser una más bajo un palio que ha dejado de darme sombra y, a diferencia de lo que yo misma pensaba, no me siento mal por ello, todo lo contrario:Siento como que he soltado un lastre que me impedía ver la realidad y ahora creo que he dado el paso definitivo hacía una madurez que, por lo visto, no nos ha llegado a todos por igual. 
No te culpo, el error no es todo tuyo ni solo mio, quizás es culpa de los dos: tuya por jugar con marionetas, por creer que has madurado cuando sigues buscando tu sitio, "creciendo" y mio por creer que podrías convencerme para siempre y que eras tan adulto como pregonabas. 
Aunque tampoco vale la pena perder el tiempo en buscar culpables, razones o motivos...aunque realmente un poco de todo haya sido lo que nos haya dejado en este punto, en este momento en el que tú necesitas "explorar otras cosas" y yo me he dado cuenta que tengo otras cosas que llenan mi vida y que son palpables, que las puedo sentir, vivir, amar...Es posible que la diferencia sea únicamente esa: los dos buscamos lo mismo, la felicidad, pero en planos distintos.Y posiblemente por eso no podía seguir callando y fingiendo por miedo a otras personas que, como tú, no saben nada de lo que realmente hay dentro de mí. 
Mi felicidad, si es que esa sería la palabra, es algo más cercano y humano. 
Mi felicidad es tener a personas que me quieren y a las que quiero, pasear bajo la lluvia y esperar a que pase la tormenta, luchar
Mi felicidad es ver feliz a mis amigas, alegrarme con sus alegrías y llorar con ellas sus tristezas, estar juntas en lo bueno y en lo malo, compartir sueños, metas y vivencias, crecer juntas. 
Mi felicidad es ver la sonrisa de un niño/a, redescubrir el mundo con ellos/as, invitarles a soñar con príncipes, imaginar reinos lejanos y matar dragones. Ayudarles a crecer, a ser felices y a sonreír, secar sus lágrimas, a descubrir el mundo real sin que pierdan la fantasía, la imaginación y la creatividad pero, sobre todo, mi felicidad es la suya.
En definitiva, mi felicidad está en la Tierra, con los míos, con la gente que me ha apoyado, animado, cuidado, regañado…Pero, sobre todo, mi felicidad es aquello que yo siento y amo porque mi felicidad la defino únicamente yo.
Quizás no sea felicidad, no lo sé aunque para mí ahora mismo lo es, pero sé que es lo que me hace sentir bien…tan bien como me hiciste tú sentir en su día cuando creía que eras diferente.
Pero, repito, no quiero buscar culpables ni víctimas. Ni héroes ni villanos.
No voy a buscar excusas, yo no las necesito y tú no las quieres escuchar porque tú sólo escuchas aquello que en cada momento te conviene oír. Y sí, suena a reproche porque, posiblemente lo sea y sea lo único que tenga que reprocharte: tú vulnerabilidad(o tal vez que te dejas influir demasiado) y el quedarte únicamente con lo que, en un momento dado, alguien te hace creer que es lo mejor para ti sin darte cuenta que, lo mejor para ti es lo que ya debería haber madurado dentro de ti y eso es lo que deberías compartir con el mundo sin tener en cuenta nada ni mucho menos nadie más.
Sin embargo, conforme voy escribiendo esta carta, que nunca llegará a tus manos porque sé que para ti todo lo que yo tenga que decir no vale nada…igual que no vale nada ninguna opinión que no sea la misma que la tuya (y sí, esto también es un reproche de algo que he ido observando con los años pero que hasta ahora no quería ver) me he dado cuenta de que estoy tan desilusionada como enfadada y que lo segundo se pasa pero lo primero, cuando ha sido machacado tantas veces y de tantas formas, es muy difícil de arreglar porque igual que cuando se rompe un vaso en mil pedazos es imposible de reconstruir, cuando juegas demasiado tiempo con la ilusión de alguien (y esto no es un reproche a ti, si no a mi misma por haberme dejado llevar por la ilusión de que, en algún momento, algunas cosas cambiarían y tú verías la realidad) y la vas mutilando cada vez un poco más, acaba por romperse y es imposible recomponerla.
Dicho esto, solo quiero decir que seguiré en silencio y en la distancia. Escuchando lo que quiera oír y callando sólo aquello que dañe a esas personas, esas amigas con las que he compartido tantas risas y tantos recuerdos, quienes me han ayudado a ser quién soy y que me aceptan tal y como soy, pero se han acabado los sacrificios, las tonterías y el tapar el sol con un dedo. Este dedo ya se ha quemado demasiadas veces como para seguir intentándolo.
Los dos hemos llegado a etapas distintas de nuestras vidas en las que los dos necesitamos y buscamos cosas distintas. Yo quiero seguir creciendo y para ello necesito ser fiel a mí misma, necesito seguir aprendiendo de todo lo que me rodea pero siempre sin olvidas quien soy y quien quiero llegar a ser por mi misma y por todos los que me quieren bien.
Me gustaría poder decir que es lo que buscas, necesitas o quieres tú pero no soy quién porque creo que ni tú mismo sabes qué es....o quizás es que has buscado tanto y tan distinto que te has perdido. Pero repito, no quiero ni debo juzgarte, ese no es mi papel en este teatro en el que meramente soy un espectador que, hasta ahora, podía expresarse pero no opinar.
Aquí se separa ese camino que una vez recorrimos juntos porque creímos en algo juntos que nunca llegó y que, tal vez por eso, es mejor caminar por separado.
A partir de ahora cada uno que juegue las cartas que le ha dado la vida como mejor le convenga, sepa o pueda y, si al final de la partida, encontramos la jugada maestra, esa que tu llamas “felicidad” y crees haber encontrado ya, todo nos habrá servido de aprendizaje y habrá valido la pena.

Gracias por formar parte de los recuerdos de una etapa de mi vida y, sobre todo, por haberme unido a personas con las que recorrer el camino de la vida siendo FELIZ A MI MANERA.